Los diezmos, las ofrendas y las primicias forman parte del plan financiero que Dios usa como medio de provisión para su obra. El diezmo se practicó desde la antigüedad; Abraham diezmó, Moisés lo ordenó, el pueblo de Israel lo practicó, Jesús lo aprobó (Mateo 23:23) y Pablo enseñó “…los que predican el evangelio que vivan del evangelio”. No debemos sustraer a Dios de su porción; es decir, de los diezmos y las ofrendas (1 Corintios 9:13,14; Hebreos 7:8; Malaquías 3:8-10; Deuteronomio 12:6).