Serán nombrados y dedicados por el pastor titular entre los hermanos y hermanas de buen testimonio que llenen los requisitos, para ayudar a impulsar la obra del Señor en conjunto a su ministerio pastoral, siendo ejemplo de la congregación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, que no estén incursos en rebelión.
Se deberá orar e imponer las manos sobre ellos en el nombre de Jesucristo (Hechos 6:3-6). El diaconado es de suma importancia en la Iglesia, y los que lo ejerzan bien ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús (1 Timoteo 3:8-13; Tito 1:5-9).
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