Creemos en el único Dios viviente, eterno, infinito en poder, santo en sus atributos y propósitos, que posee Deidad absoluta e indivisible. Este único Dios verdadero se ha manifestado como Padre en la creación, Hijo en la redención y Espíritu Santo en la regeneración (1 Corintios 8:6; Efesios 4:6; 2 Corintios 5:19; Hechos 2:4; Tito 3:5). El primer mandamiento de todos es: “Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es…” (Deuteronomio 6:4 y Marcos 12:29).

El único Dios verdadero, el Jehová del Antiguo Testamento, tomó en sí la forma de hombre y como el Hijo del Hombre nació de la Virgen María. El apóstol Pablo escribió: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad; Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16). “De quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” (Romanos 9:5).

Creemos que en Jesucristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9). “Por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud” (Colosenses 1:19). Jesucristo en su humanidad era hombre y en su Deidad es Dios. Es la imagen del Dios invisible (Hebreos 1:3; Colosenses 1:15).